Algunos proyectos han avanzado y otros, debido a la falta de financiamiento, se han detenido.
Hace poco más de un año, se detallaba en esta nota que diversos países de América Latina habían comenzado a desarrollar sus propias vacunas contra la COVID-19. Con estas iniciativas, buscaban capitalizar el conocimiento nacional y establecer una independencia científica con respecto a las compañías farmacéuticas extranjeras.
Al día de hoy, se puede observar que algunos proyectos han avanzado, mientras que otros se han detenido o se ha dilatado su desarrollo debido, principalmente, a la falta de financiamiento.
Actualmente, 6 vacunas contra la COVID-19 se encuentran en fase preclínica de investigación, lideradas por universidades nacionales e investigadores del CONICET en conjunto con laboratorios argentinos. A continuación, se describen las que se hallan más avanzadas.
Se espera que la vacuna ARVAC Cecilia Grierson esté disponible para 2022 y sirva como refuerzo de las vacunas actuales, así como para la inmunización primaria de personas no vacunadas.
Su fórmula se basa en proteínas recombinantes. Este tipo de vacunas son más estables y menos dependientes de la cadena de frío, lo que las hace más económicas, fáciles de producir y de distribuir.
La tecnología de las proteínas recombinantes ya se aplica en las vacunas contra la Hepatitis B o el VPH, lo cual genera la expectativa de que la ARVAC Cecilia Grierson pueda ser aplicada en bebés, niñas/os, adolescentes, personas embarazadas o inmunosuprimidas, como también en la población en general.
La iniciativa obtuvo 60 millones de pesos de financiamiento adicional para concluir la fase preclínica y comenzar los estudios de seguridad en humanos. El equipo de investigadores que la lleva a cabo, liderado por Juliana Cassataro desde el Instituto de Investigaciones Biotecnológicas (IIB) de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) trabaja en conjunto con el laboratorio Cassará .
Otra vacuna en fase preclínica, que obtuvo financiamiento del Ministerio de Ciencia, es el proyecto de investigadores del CONICET en la Universidad del Litoral, en conjunto con las empresas Cellargen Biotech SRL y Biotecnofe SA.
Al igual que la vacuna de la UNSAM, su fórmula se basa en proteínas recombinantes.
Un tercer proyecto avanzado es el de investigadores del CONICET en el Instituto Leloir, en conjunto con la empresa biotecnológica Vaxinz. El equipo cuenta con una fórmula candidata, de una sola dosis. Al realizarse pruebas en roedores, la vacuna generó inmunidad en el 100% de los animales sin que decayera el nivel de anticuerpos durante los primeros cinco meses.
La fórmula está basada en vectores adenovirales híbridos, del estilo de la Spuntik V. Los responsables de esta vacuna esperan comenzar las pruebas en humanos en los próximos meses.
De acuerdo con información entregada por el Centro de la Ciencia y la Investigación Farmacéutica (CECIF), se está trabajando en la propuesta de fabricación una vacuna de origen nacional, proceso en el que participarían varias entidades. De ser aprobada, los científicos creen que una primera vacuna estaría lista en un plazo de 18 a 24 meses.
Para comenzar la iniciativa de inmunización, quienes integran el CECIF han solicitado un acompañamiento al Gobierno Nacional y a distintas instituciones como:
A pesar del fuerte recorte presupuestario que padece Brasil en el sector de ciencia y tecnología, se mantiene el financiamiento a nueve proyectos de vacunas anti-COVID-19.
Para ello, el Ministerio Ciencia y Tecnología tiene asignados unos 415 millones de reales (US$ 82.245.000). De este monto, 105 millones serán asignados a unos cuatro proyectos que se encuentran en las Fases 1 y 2. Otros 300 millones fueron reservados para apoyar los ensayos clínicos de fase 3 de uno de los proyectos.
Además de apoyar los ensayos clínicos de fase 3 de CoronaVac en el Instituto Butantan, la FAPESP (Fundación de Amparo a la Pesquisa del Estado de São Paulo, por sus siglas en portugués) está financiando otros ocho proyectos de investigación destinados a desarrollar vacunas contra la COVID-19.
Parte de las iniciativas se encuentran en la fase de experimentación con animales, con la perspectiva de comenzar los ensayos clínicos el próximo año. Cuatro proyectos se encuentran en desarrollo en la Universidad de São Paulo (USP), dos en el Instituto Butantan y otros dos en proyectos emergentes.
En el Instituto do Coração (InCor) de la Facultad de Medicina (FM-USP), el equipo coordinado por Jorge Elias Kalil Filho está produciendo una vacuna en aerosol nasal de ADN, que combina una parte de la proteína Spike del SARS-CoV-2 con epítopos T (antígenos virales que son reconocidos por el sistema inmunológico).
El objetivo es inducir simultáneamente una respuesta de anticuerpos neutralizantes y una fuerte inmunidad celular, que incluya a los linfocitos T CD8 + citotóxicos, que matan las células infectadas; y los linfocitos T CD4 +, que ayudan en la producción de anticuerpos y las respuestas citotóxicas.
La proteína formada al mezclar los dos tipos de linfocitos arriba mencionados se producirá en las células mediante tecnología de ADN recombinante y se transportará en nanopartículas que se adhieren a la mucosa nasal para desencadenar una respuesta inmune y evitar que el virus se propague a todo el tracto respiratorio.
La perspectiva de los investigadores es comenzar a realizar pruebas en humanos en 2022.
José Manuel Aguilar Yáñez, biotecnólogo del Instituto Tecnológico y de Educación Superior de Monterrey en México, aseguró a Forbes México que existe interés por parte de algunos empresarios locales para financiar el desarrollo, producción y fabricación de la vacuna contra la COVID-19, conocida como Livion.vac.
Según el investigador, la vacuna, desarrollada con la tecnología de ácidos nucleicos, no implica mayores dificultades en cuanto a la cadena de frío, pues se puede mantener almacenada a una temperatura de entre 0 a 4 grados.
Aguilar Yáñez sostuvo que, en 2020, su equipo demoró tres semanas en decidir qué vacuna contra la COVID-19 harían. Sin embargo, pasaron seis meses hasta que obtuvieron el financiamiento para poder hacer los estudios en animales.
Finalmente, a comienzos de este año pudieron comprobar que la vacuna era segura y efectiva en estudios preclínicos en animales.
En abril, Aguilar Yáñez manifestó que esperaba obtener el financiamiento necesario para poder iniciar las pruebas en humanos.
En diálogo con el medio argentino Infobae, el doctor Alexis Kalergis, académico de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad Católica, comentó que la vacuna chilena contra el coronavirus ya está aprobada en su primera fase de ensayos. Se estima que, durante este año, se debería iniciar la fase clínica.
Además, Kalergis destacó que esta vacuna está pensada para ser utilizada desde el nacimiento. Es decir, generar inmunidad contra el SARS-Cov-2 desde el primer día de vida.
Según el presidente Francisco Sagasti, la candidata a vacuna peruana contra la COVID-19 no cumplió con los procesos correspondientes para su producción. Estaba siendo desarrollada por el laboratorio Farvet.
Los investigadores no pudieron iniciar los ensayos clínicos, de modo que la iniciativa se detuvo en la fase preclínica. En este sentido, Sagasti explicó que estas pruebas tienen un valor aproximado de US$15 millones y toman un mínimo de 9 meses. Por este motivo, ha sido difícil concretarlas, ya que el país no cuenta con los recursos ni la infraestructura necesarios.
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