El ictus, o accidente cerebrovascular, es una importante causa de morbimortalidad y discapacidad en adultos. Es por eso que las unidades de atención especializadas cobran un papel relevante en los hospitales. Allí, los profesionales de la enfermería asisten a los pacientes desde el momento en que ingresan hasta el egreso.
Los accidentes cerebrovasculares (ACV), o ictus, constituyen una causa importante de morbimortalidad global. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), a nivel mundial representan la segunda causa de muerte y la primera de discapacidad en adultos. Cerca de 15 millones de personas sufren un ACV por año, cinco millones lamentablemente mueren y alrededor de un 30% queda con una discapacidad permanente. La mayoría de los pacientes padecen un ACV de tipo isquémico (85% de los casos).
El impacto epidemiológico del ictus, y la necesidad de un manejo contrarreloj de los pacientes para mejorar el pronóstico, ha llevado a los hospitales de alta complejidad a contar con unidades especializadas. Se las denomina unidades de ictus y son estructuras delimitadas que se encuentran disponibles las 24 horas del día. Están diseñadas para la recepción, diagnóstico, tratamiento y rehabilitación de los pacientes que han sufrido dicho evento neurológico agudo. Conjugan métodos diagnósticos, opciones terapéuticas y profesionales de la salud entrenados y capacitados para atender a este tipo de pacientes. En ese equipo multidisciplinario -integrado por neurólogos, kinesiólogos, terapeutas ocupacionales, fonoaudiólogos, entre otros- el rol del personal de enfermería resulta central.
En las unidades, los profesionales de enfermería, que atienden pacientes con ictus isquémicos, cumplen tareas diversas. Y están bien reflejadas, en un artículo publicado recientemente en la Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales y Humanidades. Allí Mariuxi Mireya Uchuari Maza, enfermera del Instituto Superior Universitario Bolivariano (Ecuador), menciona la experiencia recogida durante los últimos años por el Hospital Eugenio Espejo, de Quito.
Conviene aclarar, que el objetivo central de este tipo de unidades es lograr que un paciente con ACV isquémico, y sin contraindicaciones, acceda a un fibrinolítico dentro de la ventana terapéutica. Es que la trombólisis endovenosa -por ejemplo con alteplasa, administrada dentro de las 4-5 horas posteriores al inicio del evento- ha reflejado en distintas investigaciones un menor número de complicaciones y una mejor recuperación para el enfermo.
Pero en la práctica diaria aún son pocos los que ingresan a un hospital dentro del tiempo óptimo para una trombólisis. Las unidades de ictus deben lidiar con eso y reducir el denominado tiempo puerta-aguja en beneficio de los pacientes. Y, para lograrlo, las intervenciones del enfermero, o enfermera, pueden ser centrales. Incluyen, entre otras: educación de pacientes y familiares para el reconocimiento temprano de síntomas neurológicos, agilización del arribo al hospital, activación del código ictus intrahospitalario, valoración clínica del enfermo, colaboración en la toma de imágenes diagnósticas y la administración del fibrinolítico, además de los cuidados posteriores.
“El éxito en las funciones que ejecuta enfermería depende del conocimiento y experticia para realizar los cuidados. Sobre todo en el más importante, que es la administración del tratamiento fibrinolítico”, comenta Uchuari Maza, en el artículo.
Pero antes de la intervención terapéutica el profesional de la enfermería en estas unidades valora clínicamente al paciente. Provee información acerca del estado neurológico (criterios FAST), los signos vitales, la saturometría y la glucemia capilar, entre otros. Coloca al paciente en una posición adecuada (cabeza elevada a 30°) y obtiene vías venosas periféricas. En algunos casos, incluso toma muestras de sangre para laboratorio y realiza electrocardiogramas.
Luego de estabilizado el paciente, conversa con familiares acerca de antecedentes de relevancia del enfermo y colabora en su traslado hasta el departamento de imágenes. Esto es para la realización de decisivos estudios complementarios. La indicación de terapia trombolítica finalmente recaerá en el médico o médica a cargo.
Pero la correcta administración del fármaco es responsabilidad de enfermería. En el texto se menciona la necesidad de cuidar normas de bioseguridad, respetar la posología y vigilar la aparición de complicaciones durante la infusión.
Lo que se busca en definitiva en las unidades de ictus es disminuir al máximo la morbimortalidad de los pacientes y lograr una mejor recuperación funcional. Para el cumplimiento de ese objetivo se vuelve necesario contar con tecnología adecuada y un equipo de profesionales capacitados. La intervención del profesional de enfermería, con su visión holística, sucede desde que el paciente ingresa por la puerta del hospital, hasta que finalmente egresa. Y por eso resulta central.
Medicina intensiva
Medicina intensiva
200 horasUchuari Maza, M. M. (2023). Actuación de Enfermería en Pacientes con Ictus Isquémico Agudo.LATAM Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales y Humanidades 4(2), 4214–4224. https://doi.org/10.56712/latam.v4i2.902
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